La IzquierdaMujer e igualdad

La convergencia debe pasar decididamente por la alianza expresa con las mujeres feministas

Ana Peña insiste: “hay que nombrar las cosas, si no, no existen”. Por eso, las feministas de Izquierda Unida reaccionaron de inmediato al nombre de Unidos Podemos: “Unidas Podemos”, plantearon. Siguieron una lógica incontestable: si la confluencia, las mareas y las asambleas se escribían en femenino, la coalición debía reflejarlo; y más allá de una cuestión de lenguaje inclusivo, si la pobreza en este país se ceba con las mujeres, la violencia machista y las desigualdades económicas y sociales las padece mayoritariamente las mujeres, eso debía quedar reflejado, en el nombre, pero también en el programa.

Así que Ana Peña (Santa Cruz de Tenerife, 1963) es una de esas voces críticas dentro de la confluencia de Izquierda Unida y Podemos. “Las feministas de ambos partidos sabemos que esta confluencia es la alternativa, pero ahora también debemos trabajar desde dentro para cambiar cosas que nos parecen bastante mejorables”, explica esta militante histórica de IUC. “Si hay algo que los movimientos feministas y las feministas sabemos hacer es confluir, porque históricamente hemos demostrado que, independientemente de nuestras diferencias, sabemos que el enemigo común es el capitalismo y el patriarcado. Así que hemos salido a la calle a luchar por nuestros derechos fuese cual fuese el partido donde militemos.

Exigimos en esta coalición lo que demandamos a lo público. Las políticas de igualdad entre hombres y mujeres deben ser transversales, así que exigimos que el programa conjunto de la coalición en la que estamos, el feminismo sea considerado un pilar vertebrador de esas políticas y no un mero apéndice”. Ya IU se ha pronunciado a favor en su última Asamblea Federal, el pasado 5 de junio en Madrid y exigiremos que se cumpla.

Una de las cuestiones más controvertidas para las feministas de Izquierda Unida dentro del programa de 50 puntos para gobernar suscrito por IU y Podemos es la “ausencia” de sus demandas históricas. “Hay ausencias inaceptables para esta confluencia que estoy convencida que no hubiesen pasado de largo si quienes negociamos somos las mujeres de ambos partidos: la violencia de género como un asunto de Estado, el aborto libre, seguro legal y gratuito, educación afectiva sexual, la igualdad salarial, el acceso al empleo y los recursos, la paridad..”, explica Peña. ¿Son ausencias que también detectan las feministas de Podemos?: “Seguro”, contesta convencida: “Aunque dentro del feminismo hay diferencias, son más las similitudes y los puntos en común que lo que nos separa y sobre lo expuesto, no hay controversias entre nosotras”.

A su juicio, cualquier política de cambio debe pasar por la integración “como elemento sustantivo de nuestras propuestas y elaboraciones, el análisis feminista sobre la realidad social y económica así como tener en cuenta nuestras alternativas para transformar esta sociedad”. “En estos momentos políticos de crisis sistémica de carácter democrático, ideológico, político y económico, se hace más patente que nunca la necesidad de plantear, sin paliativos, que la alternativa feminista va indisolublemente ligada a la alternativa que desde la izquierda transformadora damos a los problemas sociales y económicos”, añade Ana Peña, para quien las mujeres, no sólo son “sujetos de la crisis” sino también “sujetos de la salida de la crisis global creada por el sistema capitalista”. “De ahí que desde nuestros postulados políticos transformadores, debamos plantear propuestas totalmente confrontadas a las decisiones políticas neoliberales, imperialistas y patriarcales”.

La igualdad efectiva entre mujeres y hombres debe consolidarse como garantía para que la sociedad no sólo no involucione ideológicamente, volviendo a tiempos indeseables para las mujeres, sino también como garantía de mantenimiento de los principios de justicia y democracia.

Los números hablan
A juicio de Ana Peña, “la situación de las mujeres en el acceso y mantenimiento en el mercado laboral no sólo es precaria y subalterna sino que tendrá —tiene— unas consecuencias devastadoras en su acceso a los Sistemas de Protección Social (ligados en su mayoría al trabajo en el sistema productivo) y, dentro de él, a las cuantías y períodos de cotización (en los que las mujeres están en absoluta desventaja), como son la prestación por desempleo, las pensiones, etc”.

La situación es el más fiel reflejo de la desigualdad en el mercado laboral y afectan de lleno al derecho a una vejez digna. El 40% de las mujeres mayores de 65 años no ha logrado cotizar más de 10 años, lo que le impide acceder a una pensión contributiva, que requieren un mínimo de 15 años cotizados. Estos “déficits” de cotización tienen como consecuencia que las Pensiones de Jubilación se compongan de un 30% de mujeres, frente al 70% de hombres, que han tenido carreras de cotización infinitamente más estables, con unos salarios y unas bases de cotización también más altas, con lo que la brecha de ingresos por este tipo de pensión oscila entre el 39% que cobran menos que los hombres las mujeres de entre 65 y 69 años, y el 41% menos de las de 70‑74 años.

Las mujeres, sin embargo, superan con mucho a los hombres en la de viudedad (93%), que son de menor cuantía (el 52% de la base reguladora de la pareja fallecida), y representan el 81% de las no contributivas (fijada este año en 367,90 euros al mes), último recurso de aquellas que han dedicado toda su vida “sólo” al trabajo reproductivo y de cuidados Por otro lado, la situación de las mujeres en el mercado laboral y su expresión en el estatus económico y social, seguirá lastrada por el desigual reparto de las cargas familiares.

Asimismo, los enormes recortes que han sufrido, con la excusa de la crisis, servicios públicos tan importantes como la educación infantil de 0-3 años, la Ley de Dependencia, y las regresivas reformas laborales de los últimos años, han traído como consecuencia que la pretendida corresponsabilidad no sea más que una falacia, ya que lo que está ocurriendo es que los roles patriarcales están encontrando aún más sustento.

Si, como dicen, los fieles valedores del sistema capitalista: la OCDE y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que de saldarse la brecha de participación femenina en el mercado laboral, el PIB de Europa crecería entre un 12% y un 15% adicional en los próximos 15 años, tenemos que deducir que no son “razones económicas” las que mantienen medidas que tienen como consecuencia perpetuar la desigualdad.

“Sin duda, es el mantenimiento de este sistema capitalista y patriarcal en el que se sustentan las razones, las medidas y las políticas que siguen situando a las mujeres en una posición subordinada y desigual en la sociedad, en la economía, en la cultura y de forma muy especial en el mercado laboral”, insiste la coordinadora del área de mujer de Izquierda Unida Canaria en Tenerife.

Uno de los asuntos más controvertidos a los que tendrán que hacer frente las políticas del cambio en este país son la prostitución y los vientres de alquiler conocido bajo el seudónimo de “maternidad subrogada”. Ana Peña defiende la postura de cerrar la puerta tanto a una como a otra. “Vamos a defender nuestro programa en estos asuntos, abolición de la prostitución y no a los vientres de alquiler, consideradas ambas como violencia machista, porque para IU son irrenunciables ambas luchas”.

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En las elecciones municipales de 2015, Izquierda Unida Canaria obtuvo con Ramón Trujillo como candidato un concejal al Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y entró a formar parte de la oposición municipal .
En estos casi cuatro años en el Ayuntamiento, el trabajo de IUC se centra en revertir la grave crisis social instalada en el municipio. Hemos propuesto medidas concretas para ampliar el parque de viviendas, crear bonos energéticos, de agua y de transporte o abrir nuevas escuelas infantiles que den respiro a las familias. Nuestro trabajo municipal se dirige a cambiar la situación de vulnerabilidad en la que han caído muchas familias en Santa Cruz.