Lo que quede de un gran barrio
Letargo, especulación, desidia municipal; el Barrio del Toscal batalla desde finales de los años 50 por conseguir un Plan de ordenación. Demasiadas viviendas y demasiada población en una de las primeras zonas de crecimiento de la ciudad. Más de medio siglo después y con gran parte de su patrimonio arrasado, sus habitantes se han conformado con salvar una pequeña porción del barrio, 60.000 metros cuadrados, lo que va desde mitad de la Calle de la Rosa a la Calle de San Miguel, pero ni por esas. El Plan Especial de Protección (PEP) sigue atascado en algún vericueto de la burocracia municipal. Aunque fue aprobado definitivamente por el Ayuntamiento de Santa Cruz en abril de 2015, justo ahora hace un año, el PEP vuelve a estar paralizado, esta vez por una serie de reparos (objeciones) hechas por los técnicos del Cabildo que la corporación local no termina de subsanar.
El barrio está pagando haber frenado la especulación en los años de la orgía constructora en la ciudad. Los años del mandato del alcalde Miguel Zerolo, del pelotazo y el frenesí especulativo; también los años de la corrupción. Los vecinos y vecinas dijeron no cuando todo el mundo decía sí; se organizaron como Comisión de Defensa del barrio del Toscal (hoy, Asociación Barrio del Toscal de las Tribulaciones) y de una manera muy combativa pararon el Plan General de Ordenación Urbana, un proyecto que sobre el papel no era más que un enorme pelotazo y que planteaba la construcción de unas torres demasiado altas. Frente a la oposición vecinal, el Ayuntamiento cambió el plan inicial e intentó colar las torres con las tretas más descaradas. Si el problema era la altura, entonces las tumbaría, pero esa solución tampoco coló.
Desde entonces, la ordenación del barrio y la protección de su casco histórico han ido mermando su área de acción. Hoy, casi diez años después de las primeras movilizaciones, la presión ciudadana ha logrado un acuerdo de mínimos que protegerá sólo 60.000 metros cuadrados. Un mínimo que deja fuera sus características ciudadelas, las viviendas colectivas de la clase obrera que fundó el barrio a finales del siglo XIX y principios del XX (llegó a tener más de 20 y ahora son apenas 4); pero también gran parte de su patrimonio arquitectónico moderno, con obras de Manuel Oraá, Mariano Estanga, Marrero Regalado o Domingo Pisaca.
En ese pequeño espacio protegido y para compensar lo que el alcalde José Manuel Bermúdez (ATI-CC) definió como “deuda histórica” con el barrio, el Ayuntamiento tiene previsto crear una guardería, un centro de mayores, un centro juvenil y hasta un parque. Una decisión controvertida y criticada, entre otros, por el historiador y especialista en Patrimonio Álvaro Santana Acuña, que intuye que el Plan Especial de Protección transformará el barrio en un “parque temático lleno de franquicias”.
Ni siquiera El Toscal podrá acogerse este año al Plan estatal de rehabilitación (2013-2016), aunque ya estaban aprobadas distintas actuaciones en el casco histórico y en viviendas dispersas por el barrio y estaban incluidas en este período. Fueron suprimidas y ahora deberán incorporarse al próximo plan, en 2017.